viernes, 1 de mayo de 2015

Los 10 museos más raros del mundo

1

«Museo de Alien» (Museo HR Giger) (Suiza)


Este museo aloja la colección de H. R Giger, creador de una de las criaturas más famosas y espeluznantes del cine de ficción: Alien, que le valió al artista suizo, nada más y nada menos que un premio de la Academia.
El museo que lleva su nombre se halla en la pequeña ciudad de Gruyeres (Suiza), cuyo ambiente medieval, lejos de desentonar con el museo, crea una extraña, y a la vez perfecta, conjunción.
El museo contiene todos los trabajos del artista: dibujos, esculturas, muebles, y por supuesto, los diseños que le dieron fama mundial gracias a la atención que le despertó a Ridley Scott un libro de Giger, «Necronomicon», cuando buscaba al «monstruo perfecto» para su siguiente film. En el museo también pueden verse los trabajos que el suizo hizo para otras películas como Poltergeist II o Species. Gran parte de su obra tiene un interesante parecido a lo que ha hecho en Alien: dibujos o esculturas de personajes o animales irreales, en las que juega con el mundo onírico y surrealista (sin dejar de lado lo macabro). No por casualidad en la planta superior del museo tiene una colección personal con obras de Dalí, Günter Brus o Sibylle Ruppert.
El museo cuenta también con una galería dedicada a otros artistas, pero lo que el visitante no puede perderse es el impresionante bar: el techo abovedado está formado por una suerte de «columnas vertebrales» que se entrecruzan y que combinan con la misma estructura que presentan las sillas del bar, cuyo respaldo también toma la forma de la unión de vértebras, recordando, a su vez, al cuerpo de la maravillosa y temida criatura de Giger.

2

Museo de las momias de Guanajuato (México)

Ubicado en el Panteón Municipal de Santa Paula, de donde provienen los cuerpos momificados, el Museo de las Momias de Guanajuato (ciudad homónima del Estado de Guanajuato, en el centro de México) cuenta con una colección de 111 cuerpos de mujeres, hombres y niños cuyos restos fueron exhumados entre 1865 y 1869.
En sus inicios, las visitas a las catacumbas del Panteón de Santa Paula para observar los cuerpos momificados se realizaban de forma clandestina. Hoy en día, tienen una gran afluencia del turismo proveniente de todas partes del mundo atraídos por un museo, que si bien no es único en el mundo, tiene la particularidad de poseeruna colección de momias naturales, es decir, que los cuerpos no han sido embalsamados para poder conservarse.
Una de las momias más impactantes (aunque este calificativo vale para el museo en su conjunto) es la de un feto de 5 ó 6 meses de una mujer que murió cuando se le practicaba la cesárea, y que también puede verse en el museo. Se trata de la momia más pequeña del mundo.
El museo adquiere mayor relevancia si se tiene en cuenta que está en México, país donde la muerte es venerada.

3

Museo del Perfume (Alemania)

El museo de una de las marcas más famosas del mundo y que aún sigue comercializándose (Agua de Colonia, Eau de Cologne) puede visitarse precisamente en Colonia (Alemania), donde su creador, Juan María Farina, dio comienzo al mito y al éxito de su perfume.
Durante el recorrido por la Casa Farina, podrá conocer la bodega original, donde hace más de 300 años se producían los perfumes y en la sala de vitrinas le harán un repaso de todos y cada uno de los frascos que alojaron la conocida y exquisita fragancia.
El museo cuenta con un archivo de más de 900.000 cartas entre las que puede encontrarse correspondencia entre la Casa Farina y clientes como Napoleón. Además, podrá conocer los diferentes olores de las fragancias utilizadas y aprenderá sobre el proceso de extracción de esencias.
Dato curioso: el propio museo presenta algunas de las falsificaciones y plagios que ha sufrido la marca de perfume más antigua del mundo.
Un museo exquisito, no solo por sus fragancias sino también por las obras de arte y su delicado mobiliario, que también podrá conocer.

4

Museo del Cabello (Turquía)

El museo del pelo, no es la razón por la que la ciudad de Avanos, en la hermosa Capadocia (Turquía), tenga que sentirse especialmente orgullosa, ya que esta ciudad se ha ganado su reputación por su cerámica y sus hermosas alfombras.
El dueño de «Ceç Pottery», el taller de cerámica, es Chez Galip y ha cosechado nada menos que un récord Guinness por su museo, que se ubica en una cueva en la que apenas pueden reconocerse las paredes por estar pobladas de mechones de pelos de miles de mujeresque no son anónimas, sino que están perfectamente identificadas con sus nombres y direcciones.
Chez empezó con su peculiar colección hace 30 años, cuando una amiga suya tuvo que marcharse de la ciudad y le dejó un mechón de pelo para que la recordara. Cada mujer que pasaba por allí y escuchaba la historia, dejaba su correspondiente mechón de pelo y con este «simbólico» acto, Chez consiguió reunir nada menos que16.000 mechones de diferentes mujeres de todo el mundo.
Su «incalculable tesoro» continúa en aumento gracias a la generosidad de las turistas que pasan por allí (si es hombre y le hace ilusión, tendrá que esperar a la creación de un museo de cabello masculino porque este, aparentemente, solo admite a las féminas).

 5 

Museo Internacional de Espionaje (Washington, DC, Estados Unidos)

La colección y actividades que ofrece este museo atraerían, incluso, a quien jamás ha visto una película de Bond. Presenta los más curiosos y variopintos objetos («jamás puestos a disposición del público», aclaran en el museo) utilizados por los espías y servicios secretos a lo largo de la historia: desde bolígrafos, relojes o pitilleras con cámaras camufladas; o pintalabios y linternas que en realidad son pistolas, pasando por zapatos en cuyo tacón se esconde un micrófono o incluso, gafas y paraguas que esconden proyectiles venenosos en su interior. Pero la estrella del museo es el coche que usó Bond (por ese entonces Sean Connery) en Goldfinger: se trata del incomparable (ni siquiera con los actuales) Aston Martin DB5. Y precisamente con motivo del 50º aniversario de las películas de James Bond, el museo organiza una exposición: «Exquisitely evil: 50 years of Bond Villains», en honor a los chicos malos de las películas de Bond.
Y por si todo esto fuera poco, el museo ofrece actividades a los visitantes que quieran sentirse espías por un día: dentro del museo se recrea un escenario (el ficticio país Khandar) donde una agencia de la que el visitante es parte, recibe órdenes para desvelar algún misterio. Además, se hacen actividades por la ciudad (la real, Washington) donde el «espía» es ayudado por un GPS. Para los menos osados, se organizan charlas con verdaderos espías e incluso con magos profesionales cuyas técnicas también han sido utilizadas en espionaje y actividades para toda la familia en las que los más pequeños también pueden jugar a ser espías.

6

Museo de saleros y pimenteros (España)

Andrea Ludden, la creadora de este peculiar museo en saleros y pimenteros
Único de Europa, en Castell de Guadalest, Alicante, este museo alberga nada más y nada menos que 20.000 saleros y pimenteros de todo el mundo, que Andrea Ludden, la propietaria, ha coleccionado en los últimos 25 años.
Aparte de la rareza de un museo dedicado a tan elementos tan comunes, presentes en cualquier hogar, llama aún más la atención la gran diversidad de diseños: con forma de animales (todos los imaginables); de seta, hamburguesa, perrito caliente (o perro salchicha), astronauta, bombilla o de ¡dentadura!… intentar verlos todos puede ser una odisea. Auténticas pequeñas obras de arte imprescindibles para amantes y enemigos de la cocina.
Este museo tiene un hermano gemelo en Gatlinburg, Tennessee, Estados Unidos.

7

Museo del Crimen (Washington D. C., Estados Unidos)

Este museo ubicado en Washington D.C., aparte de su llamativa temática, invita al público a involucrarse (no en el crimen) sino en el sinfín de actividades que ofrece. Se empieza por un repaso por la historia del crimen en Estados Unidos, «desde los caballeros medievales y los piratas motivados por la avaricia, hasta los pistoleros del viejo oeste y los actuales “criminales silenciosos” que comenten delitos de cuello blanco y se esconden detrás de las pantallas robando identidades e información privada».
Aparte de la historia, toda una galería del museo está dedicada a los diferentes métodos de castigo donde pueden verse una guillotina, la recreación de una cámara de gas o una silla eléctrica.Pero para acceder al mundo del crimen de forma (casi) real, el museo invita a los visitantes a sentirse policías por un día persiguiendo a los malos. Así, hay campos de tiro, al mejor estilo FBI o simuladores donde se puede «vivir» una persecución. También se enseña sobre la tecnología utilizada por la Unidad Especial de Desactivadores de Explosivos; sobre visión nocturna, y las armas de fuego más famosas de la historia. Pero si esto no es suficiente, o le interesa más la medicina forense y el trabajo de los personajes de la famosa serie CSI, en el museo hay una morgue en la que podrá aprender sobre autopsias. De hecho, una de las actividades del museo, consiste en ser un «CSI» (siglas en inglés, para Investigador de la Escena del Crimen) por un día, donde tendrá la oportunidad de tener en sus propias manos las herramientas utilizadas para resolver crímenes. Y por último, un paseo por el estudio America’s Most Wanted del famoso programa del mismo nombre presentado por John Walsh.
Otro famoso museo del crimen es el de Londres, en la propia sede de Scotland Yard (donde Jack el Destripador es una de las estrellas) pero no se permite el acceso al público.

8

Museo de la Ventriloquia (Kentucky, Estados Unidos)

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Este museo creado por William Shakespeare Berger (sí, curioso el nombre de su creador para no desentonar con la rareza de su museo) alberga más de 700 muñecos, que han fascinado a niños y adultos. Todo empezó en 1910 cuando Berger adquirió la primera figura (Tommy Baloney) y la historia empezó a rodar. Su museo es único en el mundo, y posee además, miles de fotografías, posters y libros, algunos de los cuales data de 1700.
Un verdadero fanático de la ventriloquia, Berger fue presidente desde finales de los años 40 hasta 1960 de la Hermandad Internacional de Ventrílocuos y publicó la revista «The Oracle», que contenía todos los eventos y novedades de la comunidad de ventrílocuos.
En 1973 abrió su colección al público. Hoy, el museo, ubicado en la ciudad de Fort Mitchell, Kentucky, también celebra cada año la «ConVENTion» Internacional que reúne a más de 400 ventrílocuos de todo el mundo. Todas las figuras están identificadas por año de creación y creador, así como por el responsable de darles vida.

9

Museo del orinal (España)

El museo del orinal nace en 2006 pero José María del Arco, que está al frente del mismo, lleva coleccionando esta peculiar pieza desde hace 25 años.
El museo, que se encuentra en Ciudad Rodrigo (Salamanca), cuenta con un total de 1.320 orinales, de diferentes formas, tamaños, colores y materiales teniendo en cuenta que se trata de una pieza utilizada desde hace milenios y que ha cambiado con el paso del tiempo. Algunas de las piezas «estrella» (si cabe para un orinal), son los llamados «Dompedros», muebles de madera con orinales escondidos para disimular su uso. Se llaman así porque fue Don Pedro I «el Cruel», el primero en utilizarlos. También se pueden encontrar orinales verticales tipo botella, llamados «Galanga»; o la «Chata» y la «Cuña», orinales para encamados. Los orinales se diferenciaban en función de quién los usaba: mujeres (rosas y más anchos por las caderas femeninas), hombres (en tonos azules) y niños (más pequeños y con juguetes en la silla).
El museo posee piezas de 27 países diferentes.
Similares al museo del orinal, pueden encontrarse en Nueva Delhi (India) donde hay un museo del inodoro, o en Corea del Sur, donde todo un parque temático está dedicado a esta pieza imprescindible en el hogar y donde su museo, bautizado «Mr. Toilet House», tiene forma de, sí, de inodoro.

10

Museo del Mal Arte (Boston, Estados Unidos)

Este museo es un canto al subjetivismo y probablemente más de uno quiera incluir en él alguna obra de arte consagrada: se trata delmuseo del mal arte, ubicado en Boston, Massachusetts, (en tres espacios diferentes). Se dedica a la «colección, preservación, exhibición y celebración del mal arte en todas sus formas» y su misión no es otra que «llevar el peor arte a la gran audiencia».
Poseen retratos (portraits, en inglés) y también «poor traits» (algo así como rasgos pobres) de personas y animales; paisajes (bajo el lema «¿Se trata de montañas o de helado?») o «Blue people» (gente azul), dedicado a aquellas pinceladas donde domina este color y que poco recuerdan a la etapa azul de Picasso.
Dato útil: admiten donaciones, por lo que si guarda algún cuadro del que no esté especialmente orgulloso, esta es su oportunidad.

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